“He sido feliz viviendo en una aldea, la música ha sido el mayor placer heredado de familia, aunque el modelo económico forma una sociedad que solo buscas estatus”, dice el escritor y antropólogo Héctor Efraín Rojas

i

La música está en su ADN y los versos de su poemario recorren cada rincón de la ciudad como cual nostálgico en busca de cada peldaño en la Piura tradicional donde la inocencia de los niños y los juegos de canicas, trompos y otros, eran la mayor distracción para entretenerse, mientras las lluvias del Niño de 1983 dejaban a la ciudad llena de charcos y lodo, y en medio de la resignación y el pesimismo.  

En esta época está ambientada el poemario “Banderas de Mar”, del escritor y antropólogo Héctor Efraín Rojas, quien a modo de confesión cuenta que le rinde homenaje a su abuelo paterno Héctor «Patorro» Rojas Goyoneche, un conocido músico de antaño. La música fue su mayor formación escolar y es por ello que atañe entre sus escritos un niño que tocaba el piano y que se adentraba de sus versos, la pasión que aún sigue e inculca a su pequeña hija. Cuenta que el piurano cambió sus hábitos en las últimas décadas y se acostumbró a la grosería del ruido, la premura del tiempo y a dejar lo autóctono.

Héctor Rojas, autor, mostrando el libro "Banderas de Mar".

El escritor fue miembro del circulo “El golpe literario” formado en los 90, años en que en el país crecía el terror por la presencia del terrorismo y la población vivía atemorizada por los constantes apagones, muertes de dirigentes y estudiantes, lo que intensifico la migración hacia zonas urbanas. Era integrado por Carlos Bayona, José María Gaona, Javier Calcino, Teófilo Peña Barreto, Oscar Aquino Lañas (creador del grupo), Thomas Ruiz Cruzado, entre otros jóvenes que habidos por las artes se reunían en una picantería para conversar sobre temas de realidad nacional y compartir sus plaquetas (escritos).

Nostálgico y a paso lento, recorre entre las calles del barrio de la mangachería, dedonde fue sacado a la edad de cinco años para refugiarlo en la capital (Lima). Recuerda que vivió la armonía del desierto, la tranquilidad de la Piura marginal, donde empezó a hilvanar sus primeros retazos de escritura y que lo llevaría a viajar por distinta parte del país y a sumergirse en investigar los cambios generacionales de la sociedad del país.

“Nos reuníamos en la chichería de la mamá de Carlos Bayona, Rosa Mejía, una mujer que cocinaba platos típicos piuranos y hacía chica. Eran tertulias de poesía, más que para beber la bebida ancestral”, refiere.

Ceviche, es uno de los platos gastronómicos mas degustados en la región

Explica que “Banderas de Mar”, quiere reivindicarla identidad de Piura, pues está no es la avenida Grau, el puente viejo (extinto) y las picanterías del centro de la ciudad. Piura también es las barriadas como San Martín, Santa Julia y otros barrios nuevos donde se asentó la migración, aunque muchos siguen creyendo que, si no estudio en el colegio Don Bosco, Salesiano o San Ignacio de Loyola no son mapiuranos o a lo muchos consideran al colegio San Miguel y que tiene como máximo insigne a Mario Vargas Llosa.

Advierte que la poesía es administrada por cúpulas que apañan la corrupción, aunque en el Perú hay muchos que se hacen llamar poetas, pero hay poca poseía, hay mucha pose (figuretismo) y muchos que escriben libros para guardar en el baúl. Agrega que la humanidad cada día se deshumaniza por el poder.

Julio Carmona, docente en la Universidad Nacional de Piura (UNP) y quien presentó el libro el pasado 8 de febrero, afirma que “Bandera de Mar”, es un título simbólico, en el sentido de que no se está aludiendo al mar en sí como elemento de la naturaleza. Sino que se usa su imagen para aludir a otras cosas o seres que se parecen al mar, y a los que este reemplaza con su nombre.

“En la poesía de Banderas de Mar está latiendo la emoción social, se ve brotar la nota de humor que rompe el equilibrio, no todo es desgracia, aunque se la palpe a esta cotidianamente, la poesía es como si hubiera sido escrita de un solo tirón, como si no hubiera necesitado de ajustes en el tratamiento formal”, recalca Carmona.

Julio Carmona, presentó el libro de poesía en Piura. 

Efraín Rojas, investigador en temas de migración y del comportamiento culinario, indica que Piura sigue siendo una aldea, es difícil entender que una ligera lluvia en Piura haya dejado estragos en la ciudad, “la gente está acostumbrado a vivir en medio de charcos, con zancudos y lodos, lo que no sucede en otras partes el país”. Además, la zona rural no se inunda porque sigue creencias y enseñanzas de los ancestros, es saber cósmico mientras que en la zona urbana se ha creído en lo moderno y en la profesionalización. “Las universidades no son los grandes espacios de la ciencia ni del progreso, sino que solo replican saberes para cortas generaciones”.

Replica que, Piura debe salir de su provincianismo y debe mirar más hacía un territorio universal, a pesar de haber cambiado su paisaje urbanístico, “hay más migración, cambios culturales y desplazamiento de insumos que han generado nuevas tendencias, ya sea en educación, gastronomía y en vivienda, el piurano vive con el ayer, no vive sin la cachema, el poto de chicha, los chifles y estos últimos hoy están llegando a Asia, eso significa que no hay fronteras culturas, solo se ha inventado para nuestro imaginario”.

Aunque hoy en día, la gente busca el acomodo superficial, según Rojas por efecto de los nuevos mercados inmobiliarios y/o comerciales, “esa forma de diáspora ha sido creada por el neoliberalismo, la misma que creado personas en apariencia y sin identidad. La gente busca un estatus, se compra grados y títulos universitarios, todos quieren llegar a ser doctores, no está mal, sino quien lo ejerce es un precario hombre que no sabe hablar ni dirigirse a una colectividad”.

Cree que el Perú tiene uno de los peores sistemas educativos básicos y se castra al ciudadano, “que identidad podemos exigir, si el niño es obligado a seguir un modelo que solo busca que seamos una masa de trabajadores, no se deja innovar ni emprender”. Remarca que las ciudades pueden cambiar de infraestructura, pero si no hay políticas de desarrollo no mejorara en nada.

Piura, después de horas de lluvia, llena de charcos y lodo.